viernes, 21 de mayo de 2010

Todo llega a su fin.

Todo llega a su fin. Hace más de medio año que se acabaron mis viajes, y hoy, con esta entrada, pongo fin a este blog.
Más de sesenta días viajando me hicieron cambiar totalmente mi manera de penar.

Ahora más que nunca comparto la idea de que hay unos mínimos comunes, como los Derechos Humanos, respetables pos todas las personas del mundo, sea cual sea su lejana cultura. ¿Qué me ha llevado a opinar así?
Muy fácil: el machismo de los Ndani, o el de Yemen que se ve a simple vista con el modo de vestir de las mujeres. Las injusticias con los niños, que aunque Botswana fuese una magnífica excepción, siguen existiendo: en países subdesarrollados muchos niños no tienen derecho a estudiar, un claro ejemplo era el niño que se ganaba la vida como guía turístico en Chad. La violencia entre las diferentes tribus. Las prácticas médicas ancestrales que dejan morir a cientos de personas(Obala). Y un largo etcétera.

También me ha hecho pensar que la sociedad occidental es una sociedad decadente en lo que a valores se refiere.
Ya sólo pensamos en una perfecta economía, en un consumismo egoísta o en un placentero tiempo de ocio. Pero, ¿qué hay de los valores de las personas? Lejos quedaron el valor de la amistad, la solidaridad, el amor, la bondad...
Ya no nos importa que haya gente trabajando a miles de kilómetros para que nosotros obtengamos “despreciable comida barata”, que haya niños explotados mientras nuestras bombas hacen explotar países enteros con dinero que cubriría todas las necesidades educacionales del mundo, nos da exactamente igual quién esté trabajando a cambio de un sueldo mínimo para que nosotros podamos llevar una camiseta que costó poco más de 10 euros...
Nos es indiferente que mientras el mundo occidental ríe, come a placer, viaja y otras tantas alternativas del ocio, el resto del mundo muera de hambre.
Críticas aparte, he visto cosas extraordinarias: una amistad en la que los amigos no hablan el mismo idioma, sociedades que se conforman con lo que tienen, gente que aún mantiene la fe en sus antiguas religiones, personas que todavía creen en el respeto, mujeres y hombres hospitalarios, comunidades humildes que te ofrecen lo poco que tienen...Valores como el de la amistad, la humildad, el respeto o la fe, valores que hace tiempo que no veo en mi ciudad, ni en mi comunidad, ni siquiera en mi país.

Esta vez, sentando precedente, no os haré preguntas, os daré mi respuesta a todo. Somos personas, una parte diminuta pero a la vez muy grande dentro del Universo, y si hay algo que nos distingue de cualquier otro ser, algo que nos hace grandes, es nuestra capacidad de querer al resto. Por tanto, si todos somos personas, y si podemos querernos, podemos conseguir crear un mundo en el que todos seamos iguales, sin injusticias, un mundo al que vuelvan los pequeños valores, los pequeños gestos que nos convierten en gigantes.

Respecto a mí, no hay mucho que contar. Me negué a hacer Medicina, y pese a la negativa de mis padres empecé a estudiar Magisterio, a la vez que escribo un libro contando mis aventuras por el mundo. Una editorial de prestigio parece estar muy interesada en que lo acabe. En el futuro quiero dar clase, formar a las personas para que un día lleguen a ser algo en esta vida, porque la educación es la base de un futuro desarrollo económico; los niños que ahora mismo juegan en el parque serán los encargados de llevar para adelante grandes países. Por eso, también quiero educarles en valores, para poco a poco poder ir reconstruyendo la decadente sociedad occidental.
Pasaré largos periodos en escuelas africanas, donde pocos niños cuentan con el privilegio de estudiar. Apropósito de esta situación os dejo un video con una preciosa canción.


Sed felices mis queridísimos blogeros.
Un abrazo muy, muy fuerte:
Vuestra amiga, SOFÍA.

lunes, 17 de mayo de 2010

Mis viajes...

Aquí os dejo algunas fotos de los maravillosos lugares que he recorrido. Espero que os parezcan tan fascinantes y significativas como a mí. Las fotos siempre son recuerdos, aunque no todos los recuerdos estén fotografiados. Al menos, eso dicen.


También me gustaría que vieseis unos pocos vídeos de algunos de los países que he visitado...
Las canciones de los Ndani...



Los tatuajes de los Mentawai...


La música, los paisajes y la gente de Mongolia...


La sociedad Yemení...


Espero que hayáis disfrutado de este pequeño viaje virtual.

Y por último, Mongolia


Mongolia fue sin duda el más increíble de los sitos que había visitado en el continente asiático.
El único del que extraño su hospitalidad y su calor desde mi regreso. Tal vez por haber sido el último de mis viajes, o quizás porque se me había pegado un poco de la nostalgia que caracterizaba a los habitantes de aquel país que habían abandonado su pueblo natal.

Nada más dejar a un lado el aeropuerto, tía y sobrinos nos vimos envueltos en diez días de magia y aventura.
Aquel lugar tenía algo, algo especial que siempre había estado presente en los hipotéticos planes futuristas de los tres.
Por un lado, su religión. Era algo que siempre me había llamado la atención. Los mongoles son budistas, pero en su religión tienen gran importancia las influencias chamánicas de épocas anteriores. A pesar de ello, sectas que dicen practicar la religión cristiana intentan hacerse hueco día a día en el interior del país.
Por otro lado, mi queridísima literatura. En Mongolia hay grandes joyas literarias, guardadas como si de lingotes de oro se tratase en majestuosas bibliotecas: La historia secreta de los mongoles, fragmentos escritos que datan de la época del Imperio Mongol, importantes manuscritos...Y, aunque no estén recogidas en ninguna parte, los mongoles conservan en su memoria importantes obras literarias transmitidas de forma oral.
Por último el arte, algo que siempre ha fascinado a la más joven de mis tías. Laura adoraba el arte asiático, y en especial el de aquel lugar, donde hasta el siglo XX sólo se esculpían deidades budistas en bronce. Aunque en un principio fueron reprimidas, a partir de 1980 salieron a la luz preciosas e importantes obras artísticas por todos los rincones del país.

Todas estas razones nos movían a Laura y a mí a visitar aquel lugar, por lo que en los dos primeros días nos dedicamos a visitar únicamente templos budistas, bibliotecas y museos. Todo increíble, desde luego.
Respecto a Alexandre, era otro el motivo que le había llevado a planear conmigo aquel fantástico viaje. Hacía unos años sus padres habían viajado allí, cuando él ni siquiera había nacido. Le habían hablado de maravillosas fiestas, grandes festivales en los que como tradición se monta a caballo, se practica la lucha libre y se realiza el tiro con arco.
Le habían hablado de la riqueza cultural de un país asiático desconocido por muchos.
Por desgracia no coincidió nuestro periodo vacacional con ninguna de las fiestas, puesto que éstas se realizan en febrero, lo cual no quiere decir que no llegásemos a conocer la cultura de la zona.
Nos alojábamos en un lujoso hotel de la zona turística, aunque esto no supusiera que nos pudiésemos olvidar ni un solo momento de lo diferente que era aquel lugar de donde acostumbrábamos a pasar el resto de nuestra vida. La principal diferencia se veía nada más asomarnos por la ventana de nuestras habitaciones. Caballos. Numerosos caballos que lucían sus crines a la luz del atardecer. Caballos salvajes y caballos que llevaban a los lugareños de un lado a otro.
También podíamos contemplar el extraordinario paisaje de la estepa, o a los pastores nómadas que vagaban de un lado a otro con su rebaño.
Uno de los días fuimos al teatro a ver una obra. Se trataba de un musical típico del país que combinaba música tradicional del lugar con estilos occidentales modernos. Precioso, aunque ninguno de los tres entendió ni la más mínima parte de sus canciones. Cabe destacar que la música tiene una larga tradición, siendo curioso que el principal instrumento utilizado sea la voz.
Después mi primo propuso ir al cine, a lo que nos negamos, ya que no queríamos seguir acudiendo a espectáculos audiovisuales cuya lengua desconocíamos. De todas formas el cine actual en Mongolia poco se diferencia del occidental, aunque en la época socialista las películas fueron tratados como un instrumento de propaganda, siendo los primeros temas leyendas populares y héroes revolucionarios.
Decidimos volver al hotel. Por el camino no pude evitar poner mis ojos en un restaurante. Allí había muchísima gente, como si de una gran boda se tratase. Pero no, no era una boda. Era un corte de pelo, pero no un corte de pelo cualquiera, según nos explicaron, era la celebración del primer gran corte de pelo de un niño de tres años.
Aunque aquí en occidente esto no tendría mayor importancia, allí sí que la tiene, puesto que se trata de un lugar lleno de costumbres y supersticiones. En Mongolia se cree en los buenos y malos presagios y se teme a las desgracias. Éstas pueden ser atraídas por diversos motivos, desde el pensamiento negativo hasta la intervención de un chamán malicioso.
Todo allí me llamaba la atención, incluso la comida o la vestimenta.
A menudo comíamos cordero, carne típica del lugar o una curiosa masa de carne que recibía el nombre de buzz. Para desayunar siempre había leche de yegua, aunque también contábamos con numerosos productos gastronómicos importados del extranjero.

Los diez días que estuvimos allí se nos pasaron demasiado rápido a los tres, en la maleta me llevo a modo de souvenir dos trajes típicos mongoles, caracterizados por estar diseñados para soportar las bajar temperaturas de la estepa y el pastoreo nómada, trajes que sólo se han modernizado en pequeños aspectos desde la época del Imperio Mongol.

Y aquí concluyen mis viajes.



Los mongoles son gente humilde con una tradición cultural antiquísima. Personas de las que sin duda muchos occidentales podrían tomar ejemplo, no me excluyo.
Yo me alojé en un lujoso hotel que contrastaba con el paisaje de estepa que caracterizaba el lugar, que contrastaba con los pastores nómadas, que contrastaba con aquella gente que aún utilizaba el caballo como medio de transporte.
¿Qué opináis al respecto? ¿Es lícito y moral este contraste?

Y sobre su humilde y supersticiosa vida, ¿cuál es vuestra opinión?

YEMEN





Yemen. El penúltimo destino de esta temporada.
En un principio iba a ir a Mongolia, para venir aquí pasada una semana, pero ha habido un pequeño cambio de planes. Mi tía Laura no pudo resistirse a la tentación de conocer el continente asiático con sus dos sobrinos favoritos, y optó por reservar su vuelo a última hora.
Entendió todo al revés, cogiendo como primer destino Yemen.
Bueno, pues sin pensárnoslo demasiado, Alexandre y yo cambiamos el orden de nuestra ya planificada ruta y aquí estamos, en Yemen. Ya han pasado tres días de mi llegada y esta misma tarde cogeré el avión que me llevará hasta Mongolia.
Durante estos días me he dedicado a conocer a la gente del lugar.
Su forma de vida es, más que extraña, curiosa. Los hombres yemenís, y a veces las mujeres, consumen todos los días qat, planta narcótica. Se cosechan por la mañana en los arbustos que se cultivan con sumo cuidado en las montañas.
Las hojas jóvenes tienen que venderse como muy tarde al día siguiente en el mercado. Obviamente, son legales tanto su consumo como su venta, si no sería impensable venderlas en los grandes mercados, como se hace diariamente.
En uno de estos mercados me acerqué con curiosidad a un grupo de jóvenes lugareños que me explicaron los efectos de su consumo. Para sentir la euforia que producen las hojas debes masticarlas durante un buen rato y hacer una bola dejándola a un lado de la boca. Esta droga suave y distendida produce una ligera somnolencia que no impide trabajar o conducir.
No dudaron en invitarme a una de sus famosas "fiestas qat". Los mascadores se invitan entre sí, por turnos, después de la comida y durante varias horas, en las que se charla y bromea.
Rechacé su invitación, a lo que ellos alegaron que probar esta hoja no conlleva ningún tipo de riesgos y favorece el contacto con los autóctonos que se parten de risa al ver a un extranjero bajo los efectos de las hojas. El inconveniente es que los hombres se gastan más de la mitad de sus ingresos mensuales en la compra de la ración diaria de hojas de qat.
El Gobierno está intentando limitar su uso, aunque no cosecha grandes éxitos ya que tiene que enfrentarse a un comercio muy lucrativo y a una tradición muy arraigada.
Ante mi negativa a su invitación se marcharon extrañados, pero poco antes de que se despidieran algo me sorprendió: todos llevaban una daga colgada de su cintura.

De camino al hotel, me fijé en más hombres, todos portaban la misma daga con empuñadura de cuerno. Una vez en el valle de Hadramaout, lugar en el que me alojaba, mi tía, también llena de curiosidad, se dirigió a un hombre al que preguntó por la daga. Él se sonrió y le dijo que era la “yambiya”, enorme daga con empuñadura de cuerno que todos los yemenís llevan colgada a la cintura, como símbolo de virilidad, de posición social y de pertenencia a una tribu. Sí, Yemen también es un lugar en el que la población se divide en tribus.

Al día siguiente me fijé en las mujeres yemenís, las cuales llevan el velo en función de la región y de la edad. En el valle de Hadramaout concretamente, las mujeres están vestidas de negro de arriba abajo y llevan un espectacular sombrero de paja, similar al de los disfraces de bruja típicos de Halloween.
Por desgracia ellas no se dejan fotografiar en ningún sitio. En cambio, los hombres y los niños posan encantados ante la cámara, como ya os enseñaré más adelante en unas fotos que tengo preparadas.
Bueno, blogeros, esto es lo principal que he conocido sobre un país pobre pero fascinante. En el que se respiran violencia y armonía, ya que los enfrentamientos son continuos, las armas se ven en la calle, pero a la vez son capaces de convivir divididos en diferentes tribus.
Bueno, esta vez os invitaré a plantearos su situación económica, ¿es moral por parte del gobierno dejar que los habitantes de un país sufran una gran pobreza, y a pesar de ello gasten el dineral que gastan en droga? ¿ Y la diferencia existente entre mujeres y hombres manifestada en sus vestimentas?
Injusticia, inmoralidad, machismo, violencia...¿o simplemente otra cultura?

Laura, Alexandre y yo nos marchamos a Mongolia.
Sed felices, ya me pondré en contacto con vosotros una vez finalizados mis viajes.


domingo, 16 de mayo de 2010

BANGLADESH

Ya ha pasado una semana desde que os desvelé en qué lugar me encontraba. Bangladesh, un país ubicado al sur de Asia y rodeado por la India. Un país en vías de desarrollo y sujeto a frecuentes inundaciones provocadas por monzones y ciclones. Un país donde se respira miseria, un lugar que podría ser maravilloso pero que tras cada inundación se demacra más y más, puesto que los escasos medios con los que cuentan no son suficientes para reconstruir un lugar que mantiene una lucha activa contra los fenómenos de la naturaleza. Pero a pesar de ser un país destrozado y uno de los más pobres del mundo, aún mantiene, dentro de unos límites, su riqueza cultural.
¿El por qué de mi visita? Ahora ya lo sé. Alexandre había estudiado economía, pero lejos de la Bolsa, los grandes Bancos o los tipos de interés, quería conocer el país pobre donde se iniciaron los importantísimos microcréditos.
Los microcréditos son préstamos realizados a personas demasiado pobres sin exigir garantía o aval , para la financiación de pequeños proyectos. Mamad Yunnus, padre de los microcréditos concedió el primero, de 27 dólares, a un grupo de mujeres de Bangladesh en 1992.
Una vez planteado esto no es muy difícil hacerse a la idea de la situación económica del país.
Respeco a su situación cultural, es de lo más interesante. Se dice que Bangladesh es de origen multicultural puesto que en este país conviven influencias musulmanas, budistas e hindúes.
Nada más salir a la calle en mi primer día allí me di cuenta de esto, era fascinante. Me dirigí a la biblioteca de la capital del país , a pocos metros del hotel. Como sabéis me gusta escribir y por ese motivo la literatura es algo imprescindible en mi vida. Fui en busca de la más importante de las obras escritas en Bangladesh, trabajo de los poetas Rabindranath Tagore y Nasrul Islam, una obra literaria en verso, que para mi desgracia no encontré traducida al castellano o al inglés. Una pena, me habría encantado leer lo que muchos califican como joya literaria.
Al no encontrar lo que buscaba recogí mi mochila con intención de salir, cuando uno de los angloparlantes encargados de la biblioteca se dirigió a mí con un libro en sus manos, diciéndome que era el libro traducido al inglés que muchos turistas buscaban. No era exactamente ese el objeto de mi búsqueda, pero se trataba de la producción de Talisma Nasreen, quien ha recibido elogios incluso de los fundamentalistas musulmanes por sus críticas abiertas a la opresión islámica de la mujer.
Pasé la mañana y parte de la tarde leyendo la obra de reconocido prestigio.

Al día siguiente me interesé por el teatro. La manifestación más artística de la cultura. Según había buscado la semana anterior en Internet, las representaciones teatrales más importantes se daban en época de cosechas o durante las ferias de los pequeños pueblos.
Por suerte, había una gran feria a 20 kilómetros de mi hotel. Conseguí llevar a mi primo a regañadientes.
La verdad es que me gustó bastante. Personas de a pie compraban alimentos y utensilios a vendedores errantes, mientras unos tenderos intercambiaban productos con otros.
Al tiempo que esto sucedía, en la plaza del pueblo tenía lugar una representación teatral, teatro tradicional lleno de bailes folclóricos y bailes clásicos que son una copia exacta de las expresiones artísticas hindúes.





Mi semana se pasó por calles detruidas, aldeas que se intentaban reconstruir y ciudades llenas de gente a la que no le quedaba absolutamente nada.






Ahora mismo estoy en el aeropuerto, no tardaré en coger mi vuelo hacia un lugar magnífico.
Respecto a Bangladesh, ¿Qué opináis? ¿Es moral que nosotros, los ricos, sigamos viviendo nuestra feliz vida mientras un pueblo lleno de encantos va ahogándose en su propia miseria a cada segundo?Sin embargo, allí se conceden los famosos microcréditos, cuyo fundador fue en su día Premio Nobel de la Paz. Yo pienso que eso es una muestra de unión, un pequeño gesto que se hace grande, demostrando que aún queda gente que ayuda al resto sin buscar el beneficio y basándose en la confianza. ¿Creéis que estos valores se dan en la sociedad occidental? Yo lo dudo.

MENTAWAI


Buenas tardes desde Bangladesh.
Acabo de llegar, y aunque me ha costado bastante, por fin he encontrado un ordenador (aunque aparentemente prehistórico) con conexión a Internet dentro de este hotel. De momento no he podido ver nada de este país, pero eso no significa que no tenga millones de cosas para contaros.
Antes de venir aquí estuve en Mentawai, un archipiélago de islas volcánicas pertenecientes a Indonesia, situado al suroeste de la isla de Sumatra. Un paraíso de los que ya no quedan muchos.
¿Os acordáis de los Ndani? Bien, pues yo me dirigía a conocer a otra tribu de la que también había ignorado su existencia hasta su aparición en un programa de televisión.
Esta vez iba acompañada, pero no por Xela, ella ya se había cansado de tanto viaje.
Aquél es un sitio idílico para cualquier amante de las olas. Y mi primo Alexandre, hermano de Xela y el surfista de la familia por excelencia, quería ir por tercera vez. En su primer viaje, conoció a un joven de allí que compartía su afición y, desde entonces, el alojamiento en aquel lugar le salía prácticamente gratuito.
Su amigo, un Mentawai perteneciente a una de las tribus indígenas que llevan dicho nombre, vivía en una pequeña cabaña hecha de madera y piedra, así como otros materiales extraídos de la naturaleza. Era una más de la veintena de casitas que componían la tribu establecida en una zona costera de la isla, cerca de un bosque tropical.
Alexandre le regaló una magnífica tabla de surf a su amigo, quien la aceptó encantado, ya que él acostumbraba a practicar su deporte favorito con una improvisada tabla de madera.
Enseguida se fueron hacia la playa, yo les seguí. Sin duda se trataba de un lugar de ensueño aún sin explotar, bosques tropicales, playas blancas sin cientos de turistas con sus toallas de colores, aguas cálidas y cristalinas, calor, pero no en exceso.
Cuando el sol comenzó a ponerse, nos dirigimos de nuevo hacia la tribu. Fue fantástico, como un cuento de esos que te contaron en su día pero que jamás llegaste a creer: era la hora de la cena y de las cabañas comenzaron a salir hombres y mujeres vestidos con pieles y con el cuerpo adornado con flores y collares.
Cenamos jabalí. Los Mentawai se autoabastecen gracias a la caza, la pesca o a la pequeña huerta y las pocas gallinas que tienen en su tribu. El jabalí era fruto de su cacería matinal.
No entendí absolutamente nada de lo que decían durante el transcurso de la cena, pero para mi sorpresa mi primo tampoco, éste se comunicaba con su amigo por gestos y gracias a las pocas palabras que ambos sabían de francés. Allí la mayoría habla la lengua nacional de Indonesia y una minoría la lengua de Minangkabau.
Al día siguiente decidí no ir a la playa y me quedé a observar las costumbres de la tribu.
Por la mañana los hombres (todos a excepción del Chamán) se iban de caza, mientras que las mujeres realizaban otro tipo de tareas.
Quise conocer más de cerca al Chamán, era un hombre tatuado de pies a cabeza con símbolos que creí tribales pero que más tarde descubrí que eran los símbolos sagrados de su religión. Realizaba ritos, para mí extraños, pero que eran su manera de ponerse en contacto con los espíritus de sus antepasados.
Tatuajes. Todos tenían al menos una docena, desde los niños más pequeños hasta los ancianos de la tribu. Hombres y mujeres se tatuaban todo el cuerpo con perfectos símbolos tribales. El Chamán era una excepción, ya que también se tatuaba la cara y los símbolos eran religiosos.
Les pedí que me hicieran un tatuaje a mí también, a lo que para mi desgracia accedieron extrañados, pero alegres por mi interés por su cultura.
Digo para mi desgracia, porque su ancestral técnica para hacer tatuajes es realmente dolorosa, antiguamente utilizaban espinas de árbol muy gruesas y duras, ahora por suerte, se sirven de una aguja de coser que atan a un trozo de madera o hierro. La tinta es obtenida calentando una nuez de coco y recogiendo el hollín que mezclan con el jugo de la caña de azúcar.
El resultado del sufrimiento fue un precioso símbolo tribal tatuado en mi espalda.

Pasé un día más con ellos, pero al día siguiente partimos hacia Bangladesh, ya que mi primo tiene un interés especial en conocer este sitio, un interés sobre el que yo no sé nada, absolutamente nada.

Ya veis blogeros, un pueblo que no obtiene nada de otros, pero sin embargo es feliz. ¿creéis que nosotros los occidentales podríamos vivir así, sin acceder en absoluto a un mínimo desarrollo tecnológico?


















BOTSWANA

¡Hola de nuevo!
Como ya sabéis mi próximo destino era Botswana, donde estuve colaborando con voluntarios españoles en una pequeña escuela. Yo les enseñaría literatura y mi prima Xela se encargaría de curar a los niños lesionados, o que necesitasen cualquier tipo de atención médica durante esa semana.
Esperaba encontrarme a pocos niños allí, la verdad, dos clases, niños de distintas edades y poco más. Pero para mi sorpresa no fue así. A pesar de que Botswana es un país fragmentado en numerosas tribus en vías de desarrollo, cuenta con uno de los mayores índices de alfabetizacíón del continente africano (casi el 80% de la población). El gobierno del país está luchando por el desarrollo y el crecimiento del sistema educativo, por lo que el gasto en la educación pública se ha incrementado a razón de un 4% por año durante la última década. Hace 5 años se asignó el 8% del presupuesto total para el desarrollo, lo que demuestra el nivel de importancia dado al sector.
Decenas de niños acudieron a mi clase, he de reconocer que fue un trabajo gratificante.
Mi semana fue monótona, pero interesante. Ojalá los niños de todo el mundo pudieran acudir a la escuela ya que la educación es la forma de lograr un futuro desarrollo económico del que muchos países carecen.
¿No opináis lo mismo?
Aquí os dejo un artículo de lo más interesante para que veáis que la educación no debería ser tan inaccesible como lo es en tantísimos países ya que el dinero que ellos podrían invertir en estudiar nosotros lo gastamos en destruir.
Lo he encontrado en la web de la ONG Unidos por África (www.unidosporafrica.com), espero que os encante:



El gasto militar mundial de dos días permitiría escolarizar a todos los niños del mundo

Miércoles, 28 de Abril de 2010

¿Qué es esto?
Más de 15 millones de niños de entre 3 y 6 años no acuden a la escuela en América Latina, según los últimos datos ofrecidos por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). La educación es el primer paso para cualquier tipo de desarrollo. Es necesario convertir la educación en un bien gratuito y universal y evitar la exclusión de millones de personas que no conocen sus derechos.
El analfabetismo en la región asciende a más de treinta millones de personas. La falta de educación es uno de los problemas para el desarrollo humano y colectivo de los pueblos y es fundamental para tener oportunidades de desarrollo vital. Una persona que no sabe leer ni escribir tendrá problemas para encontrar un trabajo, para mejorar sus aptitudes y desarrollarlas. Así, la falta de educación es uno de los elementos que hacen que las comunidades se estanquen en la pobreza.
La escolarización en los primeros años resulta fundamental para los resultados posteriores del alumno en grados superiores. Un niño que acude al colegio en esos primeros años adquiere una disciplina escolar, aprende más rápido, desarrolla habilidades sociales y mejora su comprensión.
Para asegurar la escolarización de todos los niños, los jefes de Estado y de Gobierno firmaron en el año 2000 los Objetivos del Milenio (ODM). A pesar de los esfuerzos realizados, se necesita una inversión anual de 5.400 millones de dólares más que en la actualidad, según la “Campaña Global para la Educación”. La plataforma está compuesta por más de 180 países que explican que el importe adicional equivale al gasto militar mundial que se realiza en tan sólo dos días.
La falta de educación convierte a millones de personas en excluidos y limita sus posibilidades y su crecimiento personal. Además, crea situaciones de desamparo ante injusticias y agresiones a los derechos fundamentales. No obstante, la falta de educación también cuesta.
Una población formada lleva consigo el desarrollo de la comunidad, que entra en un círculo virtuoso: más poder económico, distribución de la riqueza, participación de las personas en la vida pública, control de la natalidad, mejora de la salud pública… “La cultura da lugar a cambios en las personas necesarios para garantizar la paz y el desarrollo”, sostiene Federico Mayor Zaragoza, ex director de la Unesco.
Desde la (OEI) no sólo se apuesta por llenar las aulas y que los menores acudan a la escuela, se habla de una escuela integral y de articular políticas de alimentación, prevención de enfermedades, campañas de vacunación y desarrollo psicomotor.
Naciones Unidas quiere dar una toque optimista y explica que, en menos de 50 años, los países del Sur han conseguido avances en educación que a los países del Norte les llevó más de 200 años conseguir.
Un aspecto fundamental para conseguir el éxito en la formación de los alumnos es el profesorado. Los Estados tienen también, en este aspecto, un reto por delante. La OEI también ve necesario la creación de planes de formación para los docentes, mejorar su selección, diseñar currículas y editar textos adecuados para cada nivel escolar.
El profesorado de algunos países se forma es Escuelas Normales que están mal equipadas. Esta debería ser una de las prioridades de la cooperación al desarrollo, como lo es para organizaciones como SOLIDARIOS para el Desarrollo que, desde 1998, envía bibliotecas con literatura universal, libros de consulta, diccionarios… para la formación de los maestros.
Tampoco podemos olvidarnos de la remuneración de estos profesionales. En muchos países de la región, un maestro tiene un sueldo que ni siquiera le permite comprar un libro y difícilmente pueden llevar una vida digna.
El mundo tendrá que hacer un esfuerzo para conseguir una educación gratuita y universal. Es un mandato de 1948 cuando se firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos. “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental”. Que así sea.
Ana Muñoz Álvarez ( periodista y colaboradora del Centro de Colaboraciones Solidarias)



REPÚBLICA DEL CHAD

¡Por fin en casa! Han sido demasiados viajes, la verdad. Empezaré por contaros todo sobre mi tercera aventura.
Me dirigí a la República del Chad, que limita al sur con Camerún. Su relieve está formado por una gran depresión rodeada de montañas y algún que otro paisaje semidesértico. Fui a la zona del lago Chad, a un pequeño hotel diseñado en exclusiva para turistas occidentales. El clima era tropical en esta zona, demasiado cálido para mi gusto, pero en el resto del país es muy seco, con temperaturas que oscilan entre los 0º C y los 40 º C.
Una vez instalada, comencé a recorrer aquel curioso lugar.
Conocí la flora del Chad, que se caracteriza por ser básicamente vegetación de sabana, con arbustos y pastos típicos. Las regiones más fértiles, se encuentran al sur del país, donde también se halla gran parte de la fauna, destacando elefantes, rinocerontes, jirafas, avestruces, leones y búfalos.
Para mi desgracia (siempre he odiado cualquier animalillo volador),la región del Lago Chad es muy rica en aves, por lo que siempre había un pájaro que a modo de despertador me quitaba el sueño por las mañanas. Sin embargo el desierto alberga diferentes especies de reptiles.
Dos días después de mi llegada, nada más bajar a desayunar, me encontré en la recepción del hotel con decenas de guías turísticos africanos, que en un perfecto inglés me ofrecían maravillosos viajes por la zona.
Conocer lo superficial del país, ver maravillas, gastar y gastar.
No acepté ninguna de las ofertas y enseguida me fui a hablar con el recepcionista.
Le pregunté por un viaje normal pero ante todo realista, que me enseñase la realidad económica del país pero que no me vendiese las cuatro maravillas allí existentes en exclusiva para los turistas.
El recepcionista me miró extrañado, tratándome de loca en sus pensamientos, aunque se esforzase en disimularlo.
Entonces oí una vocecilla detrás. Un niño que en un torpe castellano me dijo:
-Yo puedo enseñar mi familia, costumbres país.
Sólo era un crío que buscaba cómo ganarse la vida, pidiendo menos de la mitad de lo que costaría un viaje guiado por un adulto por los sitios que todos quieren ver. Acepté aunque le pagué bastante más de lo que pedía, no estaba allí para explotar a un pobre niño.
Alquilé un coche y guiada por el niño fui al Sur.
Una granja con vacas y ovejas, una huerta y una pequeña casa. Allí era donde vivía. Me explicó que vivían de la agricultura, al igual que el 85% de la población que practicaba la agricultura de subsistencia, pero que también se dedicaban a la ganadería. Le pregunté por los campos de cultivo de algodón y maní que había cerca de su casa, me dijo que eso era todo para la exportación y que el sur era la zona ideal para el cultivo debido a sus frecuentes lluvias.
Por algo más de dinero me permitió quedarme en su casa durante cuatro días, conociendo la zona.
Sus padres trabajaban en la huerta de su casa y con el ganado, pero también me contó que tenía familiares trabajando en minas de soda y uranio típicas de la zona.
Así, poco a poco, conocí la forma que tenían los habitantes de la zona de ganarse la vida.
Respecto al sector industrial, su labor es mínima ya que sólo se dedica al procesamiento de alimentos y elaboración de textiles.
Cuando regresé al hotel me dediqué en exclusiva a conocer la multifacética cultura de aquel lugar. Un solo país, más de 100 idiomas diferentes y tres religiones.
Conocí aldeas, pueblos, ciudades y la capital del país, donde me sorprendieron los músicos árabes interpretando piezas de la música tradicional. Dichos músicos pertenecen normalmente a la casta "Griot" e interpretan, como músicos profesionales, música y relatos, siendo considerados como un archivo vivo de las tradiciones de los grupos árabes.

Mi viaje se pasó demasiado rápido, después fui a Botswana con Xela, pero eso mejor os lo cuento mañana que ahora estoy agotada.
Por cierto, ¿qué os parece el modo de vida de la gente de Chad comparado con el nuestro?
¿Humildad o simplemente pobreza?
Y respecto al turismo y las plantaciones dedicadas a la exportación para contentar a los insaciables occidentales, ¿qué opináis?

viernes, 14 de mayo de 2010

OBALA, CAMERÚN.



Obala, Camerún. Es mi segundo día en el continente africano.
Aunque ha sido difícil, he encontrado un ordenador con conexión a Internet y, como lo prometido es deuda, ahora me toca contaros el por qué de mi viaje.
Xela, mi prima, terminó el año pasado la carrera de Medicina y este año se ha propuesto viajar. Con sus viajes quiere ver qué es lo que hay detrás del millonario médico de bata blanca, conocer un mundo sin cirujanos expertos, un mundo sin fe en la ciencia.
Y así llegamos a esta aldea africana.
Ahora mismo estamos en un hospital construido por los franceses cuando colonizaron Obala y que tras la descolonización da trabajo a médicos nativos.
Los medios son escasos en comparación con el mundo occidental, pero siempre son suficientes para tratar a los pocos habitantes que se atreven a probar las ventajas de la medicina moderna basada en la ciencia.
Al principio esto me sorprendió, pero no tardé en comprenderlo cuando hablé con uno de los pocos médicos que dominan el castellano, que me explicó lo siguiente:
“Aquí hay gente considerada mucho más efectiva y sabia que los médicos. Tenemos la mala cos-tumbre de llamarlos inmediatamente "Brujos" en tono peyorativo. La gente de aquí les llama en su idioma nativo "Curandero" o "Adivino". Incluso los occidentales sonríen ante la forma de curar de los brujos, ante sus ritos y sus tradiciones. Es cierto que hay entre ellos algunos charlatanes como en todo el mundo, pero también hay gente sabia.”

También he conocido a un enfermo que había sido tratado con hierbas medicinales de un curandero de la zona. Sin duda dicho tratamiento fracasó. Ahora ha decidido acudir al hospital, lleno de miedo e incertidumbre y, aunque previamente el médico ha tenido que hablar largo y tendido con él y su familia, ha accedido a ser medicado, sin esperanza alguna, con antibióticos.

Mañana iré con Xela a las ciudades más modernizadas del país donde los curanderos acostumbran a poner su nombre en la puerta de sus casas, a las que los pacientes acuden sin pensárselo dos veces creyendo que son personas capaces de curarlo todo.
El interés de Xela por visitar esas ciudades resulta obsesivo, tanto que ayer me decidí a preguntarle por qué. Fue clara:
“La influencia de ciertos curanderos está por demostrarse, pero no hay que descartarla tampoco. El problema de los países africanos en vías de desarrollo está en curar las epidemias, cosa que los curanderos no hacen.”

Ella piensa que el único remedio es la combinación perfecta entre la tradición curandera y la medicina. Un ejemplo de ello es el de las matronas:
“...todas las aldeas, tienen la suya y deberían tener a un médico al lado para ayudarle en el mo-mento del parto. Las matronas cauterizan el ombligo del recién nacido pasando sus dedos primero por encima de las llamas y ese método lo siguen practicando, aunque haya doctor en la zona, porque es eficaz.”

[...]

Aldeas, poblados, grandes ciudades o incluso países que mueren por epidemias o enfermedades que pueden tener una cura eficaz. Rituales hermosos que forman parte de la cultura del país. Son las dos caras de la moneda: sociedades que se niegan a avanzar guiadas por su tradición cultural y sociedades que quieren imponer sus avances por el bien de las personas. ¿Es correcta la imposición de un avance científico para ayudar a una sociedad que aún cree en medicinas ancestrales? La imposición sigue siendo imposición, pero...¿el fin justifica los medios?
Bueno blogeros, pensad lo que queráis, ahora me tengo que ir que mañana tengo que madrugar para hacer la ruta que os he dicho.

En dos días me voy al Chad, esta vez en solitario. Pasaré allí diez días, después volveré con Xela para ir juntas a Botswana a pasar una semana.
Los planes parecen geniales, cuando acabe mi travesía por el continente africano iré con Xela a Galicia, y allí, desde su casa os contaré el final de estas excursiones.
Pasadlo bien, yo no dudaré en intentarlo.

NDANI, PAPÚA NUEVA GUINEA

“El Estado Independiente de Papúa Nueva Guinea (informalmente Papúa Nueva Guinea o PNG) es un país de Oceanía que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea y una numerosa cantidad de islas alrededor. Está situado al norte de Australia, al oeste de las Islas Salomón y al sudoeste del océano Pacífico, en una región definida desde inicios del siglo XIX como Melanesia. Su capital es Port Moresby (Wikipedia, la enciclopedia libre)” .
Esto era todo lo que sabía sobre el lugar al que me dirigía.
Al salir del avión me di cuenta de que había aterrizado en un mundo diferente al mío. Monté en un coche (para mí prehistórico) que a modo de taxi me llevó al lugar que había escogido para pasar aquella semana.
Llegué. Lejos quedaban la era de la tecnología, las “ciudades de la moda” o la sociedad del consumo. Tribu de los Ndani, mi nuevo hogar por siete días.
Comencé a interesarme por los Ndani hacía unos meses cuando, por el mero hecho de subir la audiencia, Gran Hermano accedió a llevar a tres habitantes de aquella tribu a Madrid. Yo estaba convencida de que detrás de aquellas personas había algo más que bailes ancestrales, ropas prehistóricas y una lengua ininteligible.
Aproveché a ir cuando un grupo de cinco periodistas se estaba interesando por ellos y pasando allí un mes. Por medio de un familiar me puse en contacto con uno de ellos, y así comenzó mi aventura.
Los Ndani viven en un paraíso lleno de vegetación, ríos, cascadas y montañas, desconocido por el resto de la humanidad.
No tardaron en acogerme con cariño, ofreciéndome lo poco que tenían. Nada más llegar me enseñaron la cabaña de madera en la que iba a dormir con Ana y Carmen, las dos mujeres del grupo de periodistas. Juan y Manuel, los otros dos periodistas dormían en la cabaña de al lado, con dos adolescentes de la tribu.
Cinco jóvenes occidentales vivíamos entre familias que cazaban para comer y que no tenían necesidad de llevar tanta ropa como acostumbrábamos nosotros, se conformaban con lucir su piel negra, sirviéndose ellos de una “Koteka” para cubrirse el pene, mientras que ellas lucían faldas hasta la rodilla (de corteza de árbol hasta el matrimonio y de fibra de orquídea tras estar casadas).
En menos de siete días asistí a una lucha, una boda y un funeral.
Las luchas son algo típico entre los hombres, ya que son considerados guerreros. Por tanto, me advirtieron que no debía escandalizarme a cada golpe.

La boda fue increíble. Igual que en las películas. Uno de los jóvenes de la tribu se casaba con su quinta mujer. Después del ritual llegó la ceremonia, donde cenamos cerdo. El cerdo es una animal venerado y respetado por los Ndani y por ello sólo lo comen en ocasiones tan especiales como aquélla.
Tras el matrimonio, mantienen relaciones sexuales muy controladas, ya que los hombres piensan que el sexo les debilita, tal como nos explicó el jefe de la tribu, al que solamente Carmen era capaz de entender, puesto que era la única que dominaba aquel idioma.
La vida en matrimonio de nuestros nuevos amigos es totalmente diferente a la del mundo occidental. Duermen por separado, las mujeres crían a los animales y a los hijos pequeños mientras que son los hombres quienes se encargan de introducir a los hijos adolescentes en el mundo de la pelea y de la caza.

Lo peor de la semana fue el funeral. Después de las exequias fúnebres hubo un ritual cruel e inesperado por los cinco europeos. El difunto, el anciano de la tribu, era el padre e una joven, quien por haber perdido a un ser querido, como es costumbre allí, se automutiló la falange de un dedo de la mano.

Al día siguiente me despedí de la que había sido mi familia durante una semana. Al grupo de periodistas les volvería a ver, pero tal vez mi despedida de los otros fuera para siempre.

Mi semana ha sido diferente, única e irrepetible. Increíble para mí, ¿pero que habría pasado si yo fuera una de esas mujeres? ¿qué habría pasado si por el mero hecho de ser mujer tengo que compartir a mi marido con otras cuatro mujeres? ¿y si me hubiera tenido que cortar la falange del dedo por ser una mujer a la que se le ha muerto un ser querido?
No sé si ese machismo está bien simplemente por ser parte de su cultura, pero, ¿dónde están los derechos de ellas por el hecho de ser personas? No es que piense que la cultura occidental es la mejor pero hay unos mínimos comunes que creo que deberían cumplirse en cualquier lugar del mundo.

Bueno blogeros, ahí os dejo una cuestión sobre la que pensar. Ahora me voy de nuevo al aeropuerto, que mi prima Xela me espera. Vuelvo en cuatro días, si por un casual encuentro un ordenador durante mi viaje no dudaré en contaros cada una de mis aventuras.
Mi lugar de destino será una sorpresa hasta entonces.

jueves, 13 de mayo de 2010

Viajar.

Viajar. Sí, ¿pero por dónde empezar? ¿qué quiero ver? ¿qué continente, país o cultura resulta más interesante? Preguntas y más preguntas, lo más difícil es encontrar una respuesta.
...
Acabo de tener una magnífica idea que por el momento no os pienso contar.
Voy a preparar mi maleta y a hacer un par de llamadas.Os dejo un vídeo de una entrevista que hicieron unas amigas en Cáritas de Basauri (Bizkaia) al grupo Intercultural, os va a encantar, para mí, desde luego, fue un factor decisivo a la hora de decidirme a hacer estos viajes.







miércoles, 12 de mayo de 2010

ESTA SOY YO

Sofía Río Martín.18 años recién cumplidos. Madrid. Inadaptada social. Perdida en un mundo demasiado grande. Desgraciadamente, niña rica.
Bueno, esta soy yo.
Sí, 18 años, pero aún soy esa niña inmadura a la que el mundo le queda demasiado grande, y siente que no encaja en él, que no está adaptada.
Mi padre es veterinario, y mi madre farmacéutica, no tengo hermanos, por lo que la mayoría del tiempo estoy sola en casa.
Tal vez mi “frikismo” nazca de mi soledad habitual. Casi nunca salgo, mis padres se empeñaron en que me preparara para estudiar Medicina, y yo era la típica niña a la que le daban miedo los números, por lo que he tenido que emplear demasiado tiempo para sacar el bachillerato por ciencias con las notas que ellos me exigían. Su única hija debe ser perfecta como ellos.
Ahora que ya he terminado, y que por fin soy mayor de edad, he decidido que se acabó, que no voy a estudiar Medicina, que lo dejo todo, que quiero escribir.
Me han tratado de loca, me han querido llevar a psicólogos y me han dicho que no hay nada peor que una hija con sueños frustrantes como el de escribir.
Pero soy demasiado terca y ellos lo saben. Entonces han optado por no discutir, me han dado dinero y me han dicho que viaje. Sí, que viaje durante un tiempo por sitios extraordinarios y que cuando quiera entrar en razón vuelva.
¿Entrar en razón? Lo tengo ya todo muy claro, pero ahora que tengo los medios, si les hace felices, viajaré.
Obviamente no iré a donde ellos quieren. Nada de Roma, París, Londres...No, quiero conocer otras culturas, dejar atrás la hipocresía de este mundo occidental, de este mundo consumista, egoísta y carente de valores.
Quiero ver que hay gente capaz de vivir en la felicidad sin salir de vacaciones cada mes, que existe gente con fe, gente que cree en ritos ancestrales...


Quiero conocer el mundo no occidental.