Sofía Río Martín.18 años recién cumplidos. Madrid. Inadaptada social. Perdida en un mundo demasiado grande. Desgraciadamente, niña rica.
Bueno, esta soy yo.
Sí, 18 años, pero aún soy esa niña inmadura a la que el mundo le queda demasiado grande, y siente que no encaja en él, que no está adaptada.
Mi padre es veterinario, y mi madre farmacéutica, no tengo hermanos, por lo que la mayoría del tiempo estoy sola en casa.
Tal vez mi “frikismo” nazca de mi soledad habitual. Casi nunca salgo, mis padres se empeñaron en que me preparara para estudiar Medicina, y yo era la típica niña a la que le daban miedo los números, por lo que he tenido que emplear demasiado tiempo para sacar el bachillerato por ciencias con las notas que ellos me exigían. Su única hija debe ser perfecta como ellos.
Ahora que ya he terminado, y que por fin soy mayor de edad, he decidido que se acabó, que no voy a estudiar Medicina, que lo dejo todo, que quiero escribir.
Me han tratado de loca, me han querido llevar a psicólogos y me han dicho que no hay nada peor que una hija con sueños frustrantes como el de escribir.
Pero soy demasiado terca y ellos lo saben. Entonces han optado por no discutir, me han dado dinero y me han dicho que viaje. Sí, que viaje durante un tiempo por sitios extraordinarios y que cuando quiera entrar en razón vuelva.
¿Entrar en razón? Lo tengo ya todo muy claro, pero ahora que tengo los medios, si les hace felices, viajaré.
Obviamente no iré a donde ellos quieren. Nada de Roma, París, Londres...No, quiero conocer otras culturas, dejar atrás la hipocresía de este mundo occidental, de este mundo consumista, egoísta y carente de valores.
Quiero ver que hay gente capaz de vivir en la felicidad sin salir de vacaciones cada mes, que existe gente con fe, gente que cree en ritos ancestrales...
Bueno, esta soy yo.
Sí, 18 años, pero aún soy esa niña inmadura a la que el mundo le queda demasiado grande, y siente que no encaja en él, que no está adaptada.
Mi padre es veterinario, y mi madre farmacéutica, no tengo hermanos, por lo que la mayoría del tiempo estoy sola en casa.
Tal vez mi “frikismo” nazca de mi soledad habitual. Casi nunca salgo, mis padres se empeñaron en que me preparara para estudiar Medicina, y yo era la típica niña a la que le daban miedo los números, por lo que he tenido que emplear demasiado tiempo para sacar el bachillerato por ciencias con las notas que ellos me exigían. Su única hija debe ser perfecta como ellos.
Ahora que ya he terminado, y que por fin soy mayor de edad, he decidido que se acabó, que no voy a estudiar Medicina, que lo dejo todo, que quiero escribir.
Me han tratado de loca, me han querido llevar a psicólogos y me han dicho que no hay nada peor que una hija con sueños frustrantes como el de escribir.
Pero soy demasiado terca y ellos lo saben. Entonces han optado por no discutir, me han dado dinero y me han dicho que viaje. Sí, que viaje durante un tiempo por sitios extraordinarios y que cuando quiera entrar en razón vuelva.
¿Entrar en razón? Lo tengo ya todo muy claro, pero ahora que tengo los medios, si les hace felices, viajaré.
Obviamente no iré a donde ellos quieren. Nada de Roma, París, Londres...No, quiero conocer otras culturas, dejar atrás la hipocresía de este mundo occidental, de este mundo consumista, egoísta y carente de valores.
Quiero ver que hay gente capaz de vivir en la felicidad sin salir de vacaciones cada mes, que existe gente con fe, gente que cree en ritos ancestrales...
Quiero conocer el mundo no occidental.
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